Las aguafuertes del nuevo mundo graban postales que nos toca habitar. Son historias donde las humanidades se enfrentan ante el colapso de su especie. La ciencia, la solidaridad y las ideas pueden ser un haz de esperanza en la pospandemia.
En los barrios argentinos confluyen diversos arquetipos de familias. Con solo un recorrido por sus veredas veremos que, aún cuando las diferencias de clase no son estrepitosas, «cada casa es un mundo» y atraviesa de forma particular las circunstancias de la historia.
El espacio público compartido trae buenas amistades, pero también algún que otro conflicto, más cuando se trata de relaciones laborales. Aquí las necesidades económicas y los imaginarios sociales, alimentados por discursos que circulan en los medios se ponen en juego y surgen las diferencias y contradicciones entre posiciones de poder.
En esta nueva aguafuerte del nuevo mundo Cacho y Marita viven hace 30 años juntos, son trabajadores con conciencia de clase. Comparten amor y convicciones. Otro matrimonio cincuentón, los Pérez Rivarola son comerciantes a quienes la suerte y los buenos negocios los convirtieron en «los nuevos ricos» del barrio.
Cuando Marita es contratada como trabajadora doméstica comienzan los malos tratos hacía la empleada, las discusiones del vínculo laboral y vecinal hablan de las diferencias de posiciones en la cultura popular, y cómo hay quienes defienden sus derechos, mientras que otros prefieren ningunearlos.