La educación virtual se muestra como un nuevo paradigma pedagógico, sin embargo su accesibilidad está regida por las desigualdades de siempre. En el barrio Fiske Menuco, les docentes no tienen opción y se encargan de llevar módulos de alimentos a muchas familias. Esto nos cuenta Carlos Tolosa, director de la escuela de jornada completa 317, que atiende a chiques de asentamientos del norte de la ciudad, donde no sólo falta conectividad para las clases virtuales, también la desocupación y la pobreza golpean muy duro.
En este contexto epidemiológico en la ciudad, los barrios humildes son los que mas sufren, desde la falta de trabajo hasta el acceso a la educación virtual.
El director de la escuela 317 habló sobre las dificultades diarias para cumplir con el rol educativo en un contexto como el actual. A la escuela asisten chiques de los barrios populares, como las 500 viviendas, Fiske Menuco, 250 viviendas o Quinta 25, «la variante de alumnos absolutamente heterogénea. La tarea que se lleva adelante es muy intensa» expresó.
Les docentes deben encargarse de hacerles llegar a muchas familias los módulos alimentarios y en conjunto, las fotocopias de los trabajos prácticos, «hemos dejado resmas de hojas para abaratar el costo de fotocopias en el barrio 500 viviendas. Y en forma paralela entregamos junto a los alimentos la entrega de alrededor de 800 o 900 hojas fotocopiadas en cada uno de los módulos cada 15 días».
Desde lo pedagógico «sigue siendo una situación compleja el día a día y el nivel de conectividad no es del 91 % como dijo la ministra de Educación de la provincia. Es más cercano a lo que expresó el ministro Trotta, donde el nivel de conectividad en algunas escuelas es muy bajo, alrededor del 30 al 50 %».
A su vez, no todes les docentes tienen internet «pagan entre 800 y $ 900 para poder tener datos móviles y llegar a los alumnos» afirmó el director.