En Huellas del Futuro, dialogamos con Angela Urondo Raboy sobre la importancia de la justicia en las condenas a los genocidas en el ejercicio de la memoria y la búsqueda de la verdad, a partir de la muerte de uno de ellos, el fiscal y juez Otilio Romano de la ciudad de Mendoza.
El 30 de marzo se dio a conocer el fallecimiento del fiscal y juez genocida de la última dictadura cívico-eclesiástica-empresarial y militar, Otilio Romano de la ciudad de Mendoza. Angela Urondo Raboy quien fue presa política siendo una niña y se convirtió en escritora y poeta, hija de la periodista Alicia Cora Raboy y del periodista-poeta Paco Urondo, y que se sumó al diálogo de Huellas del Futuro para reflexionar sobre la importancia del juicio a los genocidas,
“Pudimos obtener justicia, que por supuesto es simbólica. En el sentido de que tuvimos décadas de impunidad, estos tipos gozaron de sus vidas enteras libres y con privilegios, ocupando lugares de mucho poder y lugares de honra. Algunos de los jueces juzgados y condenados por su participación en el genocidio eran profesores de ética en la universidad de derecho, cosas muy brutales”.
La condena a los jueces de la dictadura, fue un avance en la búsqueda de justicia sobre las aberraciones de las que participó el poder judicial como condición de posibilidad para la dictadura,
“Sentó un precedente enorme, después de que empezamos con los juicios a jueces genocidas de Mendoza, se abrieron otros juicios a otros jueces genocidas de otras provincias. Ese fue un gran avance (…) Con la pata judicial pudimos significar algo, dejar escrito en la historia esta sistematicidad y esta forma de interactuar donde sin la participación de estos jueces y estos fiscales, esta forma de represión no hubiese sido posible ”.
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