Orlando Carriqueo: El mensajero de Curru Leuvú

 

Orlando Carriqueo comparte el aire de Antena Libre para conversar sobre la tarea que lleva desempeñando desde hace casi seis años: la de ser werken, algo así como vocero o mensajero de las comunidades originarias en territorio provincial.

Hace tiempo veníamos hablando de la posibilidad de una charla en otra línea, diferente, más distendida, como una manera de abordar la misma temática de siempre, pero desde desde un costado más vivencial que político; más conceptual que operativo. Así que aprovechando una breve estadía en la ciudad y antes de partir hacia la cordillera, donde visitará Bariloche, El Bolsón, tal vez Ñorquinco, luego participará de un Quillipún (ceremonia ancestral) y después llegará hasta Colan Conhué, Orlando Carriqueo pasó por el estudio de Antena PM para charlar un rato sobre la tarea que lleva desempeñando desde hace casi seis años: la de ser Werken, algo así como vocero o mensajero de las comunidades originarias en territorio provincial.

La Coordinadora del Parlamento Mapuche-Tehuelche de Río Negro es una organización que ya cuenta con cuarenta años de historia e incluye a unas 164 comunidades.

«En este momento tengo la necesidad de dejar de ser Werken, aunque no voy a salirme de la organización», dice Orlando, a penas unos días antes de que se reúna el parlamento y en donde seguramente se procederá a elegir un nuevo representante. Y a pesar de que ya le han pedido que siga adelante con esa gestión, considera que es necesario que los procesos sean dinámicos y que las vocerías puedan cambiar, dado que eso es lo que muestra el crecimiento de una organización. En lo personal, por otra parte, sostiene que ya ha cumplido un ciclo y no puede menos de sentir orgullo por haber representado aquello que él mismo es.

Nacido en Valcheta, el primer campo de concentración de la Argentina en tiempos de la llamada campaña al desierto, recién a los 30 años, leyendo, se fue enterando cómo había sido la historia, aunque desde la escuela siempre le hicieron sentir la diferencia, marcada por su color y por portar un apellido originario.

Recuerda a su primer maestra Mechi, las primeras camisetas de River para él y sus hermanos, recuerda un pueblo de cincuenta familias, el pan casero que se horneaba en la cocina, y el diario, que aprendió a leer e interpretar junto a su padre. Con el tiempo conoció a otros hermanos que no sabía que tenía, lo cual motivó una gran felicidad.

Ser parte de una comunidad es fundamental para ser su mensajero, porque sucede que además de la comunicación hacia afuera, hay todo un trabajo hacia el interior de las comunidades. Allí muchas veces el Werken oficia también como consejero o guía en la resolución de diferentes situaciones. Dice Orlando que hay una especie de obligación tácita de «hablar también hacia adentro de las comunidades, aún más allá de las diferencias de miradas que siempre existen». Y más allá de la organización, «la reconstrucción de un pueblo que es preexistente implica también el reconocimiento de una espiritualidad, es allí donde está la verdadera fortaleza para la defensa del territorio».

Desde los años ’80 se empieza a trabajar en las comunidades en torno a desmitificar lo sucedido durante la campaña al desierto y a partir de allí hay una apertura hacia la sociedad, la cual se expande aún más luego de cumplirse los 500 años de la llegada de los españoles a América. Durante los años ’90 se empiezan a suceder los debates, se empieza a hablar de recuperar las lenguas originarias y de empezar a llamar a las ciudades por sus nombres originarios. De ahí surge la idea de recuperar la denominación de Fiske Menuco (pantano frío, en lengua originaria), una nombre identitario que va creciendo en popularidad y aceptación, sobre todo de las nuevas generaciones.

Más allá de esto, hoy todavía queda mucho por deconstruir en cuanto a la cosmovisión mapuche, todavía están vigentes los discursos racistas como el de Pichetto, todavía hay mucho desconocimiento de funcionarios y dirigentes políticos, y aún parece funcionar la vieja falacia de que los mapuches eran chilenos y exterminaron a los tehuelches. Aún así, Orlando cree aún que un mundo mejor puede ser posible y, en ese sentido, no escatima espacio para que exista la utopía: «la lucha tiene que venir con sus tiempos de recreación, con sus espacios de risa, porque todo eso fortalece la lucha», sostiene Orlando.

Finalmente Orlando Carriqueo nos comparte también algo de su reciente viaje a Guatemala y nos cuenta sobre los encuentros que ha tenido junto a otros integrantes de la comunidad con funcionarios de los gobiernos provincial y nacional, incluida la charla en diciembre pasado con el presidente Alberto Fernández.

 

Escuchá la entrevista completa a Orlando Carriqueo acá: