Alberto aguanta, Cristina alerta

Acto por el 9 de julio, «día de la Independencia»: el Presidente junto a las cámaras empresariales, atrás se puede ver una pantalla con los 23 gobernadores y el jefe de Gobierno porteño. Los empresarios son, Miguel Acevedo, presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Carolina Castro (UIA), Adelmo Gabbi, titular de Bolsa de Comercio, Eduardo Eurnekian, Cámara Argentina de Comercio y Servicios, Javier Bolzico, Asociación de Bancos Argentinos (ADEBA), Nestor Szczech, Cámara Argentina de la Construcción y Daniel Pelegrina, de la Sociedad Rural Argentina. Por el sindicalismo, el cotitular de la CGT, Héctor Daer.

“La conducción política del poder económico” es el título de la nota de Alfredo Zaiat publicada el 12 de julio pasado. La vicepresidenta aprobó y expresó su coincidencia con el análisis, al toque.

Ojalá que con el tiempo valoricemos este apoyo de CFK que asoma como opinión personal no demasiado trascendente.

La nota en Página 12 plantea correctamente que la presencia de conspicuos grandes empresarios junto al Presidente Alberto Fernández el 9 de julio constituye una “invitación” del gobierno a que se sumen al proyecto de desarrollo sobre el que busca avanzar.

Recordé entonces una discusión de hace más de 10 años en la que me atreví a cuestionar la idea de “modelos de desarrollo” aplicada a una cantidad de países de América Latina. ¿Modelos de qué?

Sólo se puede hablar de desarrollo ante impulsos sociales que avanzan en dirección de potenciar capacidades y satisfacer necesidades de la población, mediante la apelación al conocimiento acumulado históricamente. Más otros ingredientes.

Creo entender que Zaiat concluye que la invitación del Presidente a los empresarios es como un cabeceo en un baile de los de antes, pero dirigido a chicas que están mirando para otro lado.

Ese empresariado no estuvo, no está, ni estará interesado. Si el desarrollismo existió, fue en épocas muy diferentes. Período en que la producción en gran escala requería de mercados internos crecientes, que se correspondía con la etapa post-fordista de una economía internacional menos financiera y menos global.

Por otra parte, otro empresariado, auténticamente nacional y aliado al sistema científico (hubo casos muy interesantes como la empresa FATE), quedó inutilizado por la propia dinámica ultra competitiva de las empresas que comenzaron a integrarse a la economía global.

No es de la esencia del gran empresariado expuesto en las imágenes del día de la Independencia pensar en términos colectivos, condición inicial para poder hablar de desarrollo.

Aún en el segmento pymes la competencia, la internacionalización y la financialización predominan, en sus distintas variantes.

Alfredo Zaiat menciona el ejemplo de Techint entre otros. Transnacionalizado hace décadas, exhibe las conductas típicas: fuga de capitales, prebendas. Financiarse con y apropiarse del Estado. El caso está minuciosamente estudiado en los documentos del Centro de Economía y Finanzas para el Desarrollo de la Argentina (CEFID-Ar).

En realidad son muestras evidentes del contra-desarrollo. Subordinando sus inversiones productivas a la expansión del valor de su capital accionario, se mueven en el espacio global. Los territorios, incluido el territorio nacional “de origen”, funcionan como enclaves para tal fin.  Más parecidos a empresas extractivas que a industrias dinamizadoras, protegen sus “yacimientos territoriales” no para mejorarlos sino para alejar a la competencia. La expansión, si tal fuese el caso, es más bien una expoliación de riquezas de “adentro hacia afuera”.

La nota arroja luz, además, sobre la cuestión del poder político, inseparable de la estrategia económica. El fortalecimiento de los instrumentos de poder que estos sectores aplican sobre el Estado y sobre el pueblo, es una tendencia difícil de revertir. Corregida y aumentada por la sumisión de partidos, sindicatos y otras organizaciones, es la realidad a asumir y enfrentar.

La posibilidad de una alianza con esta expresión de lo “privado” (que no es tal) es un auto-engaño. Parte de un diagnóstico falso de dicotomía con lo  público-estatal y la instalan como herramienta de comunicación para profundizar la grieta cuyo cierre reclaman al gobierno y al pueblo.

Sin embargo, este improvisado trío (CFK, Alfredo Zaiat y el Presidente), contrariamente a lo que parece, hace sonar un mensaje que puede decodificarse.

El Presidente los sienta a su lado sabiendo y sabiendo que saben que se trata de una simulación. Simulación que la Vicepresidenta indirectamente comunica.

No parece ser contradictorio.

Sería algo así como ALBERTO AGUANTA – CRISTINA ACLARA Y ALERTA.

por Patricia Laría