Son fines de mayo y los trabajadores de Expreso Argentino acampan hace 10 días afuera de la empresa de transporte, soportando el aire polar y una lluvia de 40 mm. Reclaman 3 meses de salarios adeudados. En la tarde del 2 de junio, al calor de una olla popular, aparece la policía notificándolos con una orden de desalojo para que abandonen el lugar, «en media hora». Los trabajadores ponen en alerta a la comunidad y llaman a la solidaridad, vital para el sustento cotidiano y resguardar la seguridad de las familias.
Junio comenzó. La pandemia sigue presente y los despidos a la hora del día. En Neuquén capital, donde pareciera que la curva de contagios está relativamente controlada, la pandemia sacude la mesa día a día por los daños colaterales de la cuarentena, pero antes, por la desidia y el comportamiento inescrupuloso de unos pocos:
Una empresa dice que entra en «crisis». Despide al personal de una de sus plantas. A su vez, la empresa sigue funcionando con otros trabajadores, pero precarizados. Mantienen esta práctica ilegal y fraudulenta desde el inicio de la cuarentena.
La empresa es Expreso Argentino, pertenece a Sebastián Masip y Marina Acosta. Se dedica al transporte de cargas, distribución y logística. La planta en cuestión es un depósito y se ubica sobre la calle San Martin 2425, una de las principales, no muy lejos del centro neuquino.
Son 12 trabajadores. Once varones y una mujer. Camioneros y embaladores. No reciben telegrama de despido. Piden explicaciones. «Los malos números», alega la empresa, por la no excepción del transporte como actividad económica.
Los trabajadores exigen los papeles que lo demuestren, un «crisis de deuda». La empresa no responde y comienzan los malos días.
Van dos meses sin salario. Los trabajadores se organizan. Deciden acampar afuera del depósito donde trabajan. Pasan los días y el frío. Es su primera experiencia de lucha. Piden acompañamiento. Lo reciben de algunas organizaciones de base. Camioneros, el gremio al que pertenecen, no aparece.
Es viernes 29 de mayo, el fin de mes pega fuerte. Los reciben en la Subsecretaria de Trabajo. La empresa les da un oferta. Despedirlos y pagarles el 50% de la indemnización en 12 cuotas. Los trabajadores no aceptan. Solicitan el pago de los 3 salarios adeudados y ser reincorporados a sus puestos de trabajo. La empresa sigue sin poder justificar la crisis.
Esa noche, la lluvia cae pesada, como nadie esperaba en la ciudad. Deciden permanecer en el acampe.
La mañana del martes 2 de junio los trabajadores se movilizan. Los acompañan sus familias y quienes se solidaran con la lucha. Pocas personas. La salud es lo primero y la cuarentena sugestiona.
Al mediodía, los recibe el calor de una olla popular. Luego del almuerzo, sorpresiva y cordialmente aparece la fuerza policial. Les notifican que abandonen el lugar, «tienen media hora». La firma de la orden de desalojo pertenece a la fiscal Valeria Panozzo.
Alertados por el oficio, hacen una asamblea en la vereda: «a no aflojar».
En el transcurso, gente comienza a asomarse.Hay trabajadores de fábricas recuperadas y pocas organizaciones. Ninguna bandera, sólo las que dicen «2 meses sin respuesta», «12 familias sin cobrar» «toque bocina para apoyar a los trabajadores».
Un trabajador de Expreso Argentino, relata elocuentemente al único medio presente, de que trata el reclamo, «queremos seguir trabajando, la empresa alude que estamos despedidos, pero nunca nos llegó el telegrama y queremos cobrar 3 meses de salario que nos están adeudando».
Tras unas horas, motos de la fuerza policial siguen pasando frente a la empresa que denunció un falso bloqueo.
El sol cae y es un desierto en las calles, salvo por la fogata que calienta las botas de los trabajadores en la vereda y algunas sirenas azules que invaden el silencio de la ciudad.
Los trabajadores están alertas y sacan un comunicado:
Los trabajadores de Expreso Argentino ponemos en alerta a la comunidad, que en el día de hoy recibimos una intimación de desalojo a cargo de la fiscal Valeria Panozzo. Llamamos a toda la comunidad, organizaciones sociales y políticas a reforzar la permanencia en nuestro acampe. La empresa debe dar una respuesta a las familias trabajadoras, hace tres meses que no nos pagan el salario. Exigimos al gobierno que intervenga. Por nuestros salarios y nuestros puestos de trabajo. (comunicado de trabajadores de Expreso Argentino).
entrevista y redacción: Emanuel Gimenez