Ayer, en el marco del juicio que se lleva para investigar los delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar en las provincias de Neuquén y Río Negro todos los testigos relataron lo padecido por Carlos Kristensen al ser secuestrado por integrantes del ejército en marzo de 1976.
Según relató Eduardo Guillermo Buamscha, residente en San Martín de los Andes, recordó que el 24 de marzo de 1976 “vino un camión del Ejército, una camioneta, varios soldados y estaba presente Guglielminetti. Yo me escapé de ese lugar, pero regresé a la casa cuando se habían retirado”. Ese mismo día, frente a su esposa e hijos, Carlos José Kristensen fue llevado desde su domicilio de la ciudad de Cipolletti a la comisaría local.
En abril del ’76, Buamscha, diputado provincial, fue detenido y trasladado a la Unidad de Detención Federal Nº 9 (U9), donde se encontraban Carlos Kristensen y otras víctimas en este proceso como Miguel Ángel Pincheira, Orlando Cancio y Pedro Maidana. Luego fue llevado al centro clandestino “La Escuelita” de Bahía Blanca, oportunidad en que reconoció la presencia de Alicia Pifarré, alumna de la carrera de Letras de la Universidad Nacional del Comahue, y de Susana Mujica, docente de la Casa de Altos Estudios. Un mes después retornó a la U9 y fue enviado junto a otros secuestrados en un avión Hércules del Ejército hacia el penal de Rawson.
De acuerdo a la información que obra en la causa, Carlos Kristensen fue conducido primero a la comisaría de Cipolletti y al día siguiente a la Delegación Neuquén de la Policía Federal donde fue interrogado. De allí lo llevaron a la U9. En junio de 1976 fue sacado del penal en un automóvil y trasladado hasta un edificio, que se presume era “La Escuelita” de Neuquén, donde fue torturado con picana eléctrica al punto de perder el conocimiento y sufrir un paro cardíaco. Reingresó a la U9 y en septiembre del mismo año viajó hasta la cárcel de Rawson. Allí estuvo hasta 1979, cuando le concedieron la posibilidad de salir del país.
Elsa Kristensen describió el momento en que recibió la llamada de su cuñada, María Iribarne, aquel 24 de marzo de 1976, comunicándole que varios camiones del Ejército habían cortado la calle, que los efectivos allanaron su casa llevándose gran cantidad de libros, y que habían secuestrado a su esposo Carlos.
Por su parte, Isabel Álvarez recordó el relato de Carlos, quien en una ocasión le contó que lo torturaron con picana eléctrica, tuvo un paro cardíaco y perdió la conciencia. Además, aseguró que, a raíz de los reiterados golpes, Carlos padecía una lesión cervical que podía producirle parálisis o muerte súbita. Lo visitó con su esposo e hijos en la cárcel de Rawson en enero del ’79, previo a su exilio forzado en Dinamarca, donde lo recibieron y vivió hasta su fallecimiento, por muerte súbita, en 1996.
Para hoy se espera la declaración de Raúl Sotto, miembro del Consejo Directivo Provincial de la Asociación Trabajadores del Estado.
Fuente: 8300