Ni el viento del sábado, con ráfagas de hasta 90Km/h, ni el debate en torno al balotaje televisado el domingo, impidieron que la gente se acercara y fuera parte de la primera edición del Festival Jazz de la Manzana.
Se dieron cita un puñado de músicos de la ciudad y la región, para compartir su arte sobre el escenario del CEMAR (Tucumán 1141) y el encuentro se destacó por su calidad musical y sonora, pero también por la calidez performática que se fue construyendo junto al público presente. Como maestro de ceremonia y presentador estuvo Kolor Franco, comunicador y difusor del jazz que llegó desde Zapala.
El sábado inició con Trío Candombe, que en esta ocasión incorporó a Lautaro Huanchullán, en reeplazo de una de las integrantes que no pudo estar. Luego subió a escena el quinteto liderado por Ernesto Pugni, con una propuesta de tipo étnico, en donde exploran climas y texturas creadas a partir de las voces y los instrumentos, sobre todo percusivos. Más tarde le tocó el turno al Trío del Fin del Mundo, que brindó un set de alta temperatura emocional.
Y el cierre de la primera noche estuvo a cargo del proyecto Hombre Rana, liderado por el saxofonista Walter Lusarretta, presentando el espectáculo Canción Avisal, una especie de homenaje a la canción, en donde se sumergen en la memoria emotiva a través de la fragmentación sonora derivada del amplio espectro que propone la música popular de diferentes épocas, estéticas y contextos.
El día domingo comenzó con la presentación de Gabriela Lepoivre, acompañada por Andrés Fuhr en contrabajo, quien tocó algunos stándards con arreglos de piano y estrenó una composición propia. Luego subió el cuarteto de Pope González, quien fue presentado como el referente más inmediato que inspiró la realización del evento, dado que es el fundador del espacio Utopía, en la localidad de Cinco Saltos, en donde ya se viene haciendo un encuentro regional de jazz. El cuarteto contó en esta ocasión con la participación de Mauricio Constanzo en batería, en reemplazo del baterista original del grupo.
Al promediar la noche del domingo se vivió un momento de gran emoción con el saludo a algunos de los pioneros del género en la región y un especial reconocimiento para el saxofonista y clarinetista Ricardo Sarandría.
El dúo de Hernán Hock en guitarra y Víctor Valdebenito en saxo, logró crear una atmósfera relajada, en donde sumaron dos composiciones originales. Y finalmente llegó el momento de Satchmonianos, el homenaje al gran Louis Armstrong, dirigido por el trompetista Guillermo Lancelotti. Que eligieran cerrar con esta agrupación fue un gran acierto de la organización, ya que esas viejas composiciones estilo dixiland lograron levantar los ánimos del domingo y crearon un verdadero clima de fiesta.
Para el final subieron al escenario varios de los músicos que estaban presentes, entre ellos Luis Cide, Gregorio Nievas, Federico Urdines y Walter Lusarreta; para tocar todos juntos el clásico Cuando los santos vienen marchando.
Hay que destacar el trabajo de técnicos e iluminadores, además del trabajo de registro realizado, no sólo de audio, sino también de video, con vistas a la realización de un posible documental que de cuenta de lo sucedido en esas dos jornadas; que en realidad fueron tres, si tomamos en cuenta la conferencia inicial, a penas unos días atrás, en donde se presentó el evento y se proyectó el film Bill ’79. Aunque fue notoria la ausencia de músicos de la ciudad entre el público, la alegría y las buenas vibraciones se contagiaron todo el tiempo durante las dos jornadas y se vivieron buenos momentos de disfrute.
Mauricio Constanzo, uno de los principales precursores del festival, expresó en el aire de Antena PM, a modo de balance, que fue muy conmovedor el hecho de «encontrarse y abrazarse, de compartir, de escuchar a quien estaba sobre el escenario, con esa sensación de que de aquí en más será una necesidad volver a hacerlo, al menos una vez al año».
Escuchá la nota completa en el audio de acá abajo.
Cronica: Marcelo Pellejero / Fotos: Eduardo Travaglino / Testimonio: Mauricio Constanzo