La vida de una tejedora reflejada en un poncho

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Anita Nahuelñir es una vecina de Fiske Menuco (G. Roca) en el norte de la Patagonia, tejedora de telar mapuche desde que tiene uso de razón.

 

 

El último poncho que confeccionó fue elegido como el representativo de la provincia de Rio Negro en la Fiesta Nacional e Internacional del Poncho, en Catamarca.

En diálogo con radio Antena Libre, Ana cuenta de las características de esta prenda tan simbólica para los pueblo originarios.

“Yo aprendí a tejer de muy pequeña gracias a mi abuela Anita Nahuelñir. Eramos siete hermanos y vivíamos con mamá (Margarita Pichihuinca) y mi papá (Luciano Nahuelñir) en una de las islas del rio Negro”, cuenta.

Fue en esa isla donde Anita conoció el mundo de entonces, donde la naturaleza lo era todo.
De ella obtenían la comida, la vestimenta, los colores para teñir las telas, el trabajo y las enseñanzas de los antepasados.

“En esa isla hacíamos supervivencia porque papá obtenía todo de la naturaleza, sólo iba de vez en cuando al pueblo en busca de harina o alguna prenda extra”, recuerda Anita.

En ese pequeño mundo rodeado de las fuertes corrientes del río Negro, se pescaba, se cuidaban ovejas, se extraía la miel de los panales de abejas, se criaban aves de corral y hasta se cazaba.
Don Luciano fue de gran inspiración para Ana, por sus enseñanzas, sus consejos, sus virtudes. Un hombre que en tiempos de crisis realizaba trueques con otros pobladores de la meseta, intercambiando maderas o mimbre por corderos para subsistir.

“El también nos enseñaba a hilar, a trabajar el mimbre y cultivar la tierra”, añora Ana.

Sin embargo lo que más le dolía a la pequeña tejedora, era que no la dejaban ir a la escuela en tiempos de crecidas. Es que el río era muy peligrosas y sólo podían sortear esos lugares los varones. “A veces estaba hasta tres meses sin ir a la escuela y a mí me gustaba aprender”, dice.
Las estaciones del año, la llegada de las calandrias en agosto, el florecer de la primavera en el río, las estrellas nocturnas, la flora del lugar, todo quedó en la memoria de Ana y de allí pasó a sus manos, con las que tejió muchos ponchos.

Esa vida de la infancia en la isla es la que se puede ver reflejada en el poncho que fue elegido como el más representativo de la provincia de Rio Negro.

Justamente los colores elegidos fueron extraídos de forma natural y cada uno tiene un significado: “el verde es el valle, donde trabaja el hombre y la mujer; el tinte de sauco refleja el río, al que debemos cuidar; y la planta autóctona que elegí es la jarilla. Otro símbolo importante es la plateria; La mujer y el hombre en dos caminos que se cruzan, es la cosmovisión de la comunidad mapuche, el cuidado de la naturaleza”, explica Ana.

En el marco de un nuevo aniversario de la ciudad, ella fue elegida por el municipio roquense para ser una de las mujeres destacadas por su aporte a la cultura. Ella y su poncho donde están reflejados los recuerdos y enseñanzas de sus ancestros, su río y su isla.

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