Desde hace dos años Juan Carlos vende gorros y guantes de lana al lado del paso a nivel en Italia y 25 de mayo. Cuando la ciudad aún está a oscuras, llega con su bolso cargado de pequeños abrigos para la cabeza y las manos de los ocasionales transeúnte. La llegada de los colectivos a las dársenas significan para Juan Carlos potenciales clientes a quienes tratará de convencer que compren un gorro o guantes ante las heladas mañanas.
“A las siete ya estoy acá colocando los tendales entre los postes para luego exhibir la mercadería. Tengo gorros de lana a 500 o 600 pesos, lo mismo que los guantes. Es lo más accesible que lo puedo vender. La plata no alcanza para nada”, dice el hombre de 65 años.
Asegura que trabajó en fábricas del sur del país, como albañil, entre otras muchas actividades. Toda esa vida entregada al crecimiento de nuestro país, le valió un premio de tan sólo 37 mil pesos como jubilación mínima.
“Por eso salgo a vender estas cosas. No es mucho lo que se gana, pero al menos ya no estoy bajo patrón, yo pongo mis propios tiempos y los días de lluvia o viento me quedo en casa”, dice riendo el hombre que ofrece calor de lana en una esquina céntrica de Roca.
Conocé la historia de Juan Carlos: