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Guillermo Serafín dibuja desde temprana edad y fue creciendo en el arte de contar con las imágenes, a veces con palabras, pero a veces no. A veces son sólo los trazos los que describen y cuentan historias más allá de la viñeta.
Desde 2001 vive en esta ciudad del sur, antes pasó por La Plata y un poco antes por Magdalena, adonde llegó desde su pueblo natal Pipinas, para hacer el secundario.
«Dibujar es algo que ya no puedo dejar de hacer»
Dice que se dio cuenta con el tiempo:
«Al principio uno lo hace por admiración a otros dibujantes, intentando de que salga algo parecido a eso que apreciaba».
Cursando en Bellas Artes se dió cuenta de que quería que ocurriera algo más con el dibujo, poder publicar en algún lado, o incluso trabajar de eso. Por eso se empeñó en prestar más atención a la técnica y a cuál era la mejor manera de hacerlo bien. Esa disposición a aprender es lo que más rescata de su etapa universitaria.
En aquellos años también comenzó a leer revistas de cómics de una época muy prolífica en esa materia y de la cual se conocen varios referentes. Nunca fue un coleccionista, pero si un consumidor permanente de historietas.
Después de hacer un par de exposiciones aquí en la ciudad, llegó la posibilidad de realizar imágenes para las proyecciones de un concierto en Mendoza del Indio Solari con los Fundamentalistas del Aire Acondicionado. El Indio ya conocía «Reparador de Sueños», una publicación que Serafín había hecho junto al guionista Matías Santellán, con la cual ganaron primer concurso de novela gráfica organizado por Revista Ñ junto a editorial De la Flor. Pero el Indio quería conocer más de su producción, así que le envió varios trabajos y entonces lo convocó para las proyecciones y más tarde para que sea Serafín el ilustrador de dos libros: «Escenas del Delito Americano» y el reciente «La Vida es una Misión Secreta».
«No se si hubo un antes o un después del trabajo con el Indio, pero si fue muy impactante el hecho de poder estar con él, conocerlo, y de que mi trabajo sea apreciado por él, y en lo personal también me marcó el afecto, la valoración que hubo a partir de ahí»
Dice Serafín.
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