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La Casa Rosada eliminó su “Salón de las Mujeres” y lo reemplazó por uno dedicado a los “próceres”. Esa desaparición arrastró las imágenes de una rica y variopinta selección de damas que contribuyeron a forjar la historia y la cultura de nuestro país.
Los nuevos retratos no incluyen ahora a ninguna mujer y alguna de las figuras representadas presenta méritos más que discutibles para justificar el homenaje.
Esta decisión, así como las frecuentes discusiones mediáticas del presidente son, al mismo tiempo, provocadoras y distractivas. Mediante sus bravatas, Milei concentra la atención ciudadana y saca del centro otros debates que podrían lesionar su imagen.
El costo de esas acciones lo tiene sin cuidado, porque la empatía es un bien sumamente escaso a su alrededor.
El Aguafuerte de esta semana demuestra con ejemplos la funcionalidad perversa, pero congruente, de los anuncios oficiales.