Contar la historia de un desaparecido por el terrorismo de Estado es atreverse a tensionar la supuesta racionalidad periodística de tomar los hechos a partir de la precisión exacta de las cosas, con la propia historia que amalgama los ojos de quien lee, y de quien escribe. Así esa persona que desde lo físico está desaparecida, se transforma en una parte de la existencia del narrador, remueve cada nudo del sentido y nos deja la impresión viva de la historia.
En la cuidad de Fiske Menuco (General Roca) y en cualquier lugar del país se despliegan banderas que honran la memoria de las y los desaparecidos. Uno de ellos se volvió en un emblema de la ciudad y de parte de la militancia política que vivió esos años, en un pueblo que recibió su cruda tajada en la oscuridad del terrorismo de Estado.
«Una estampa resquebrajada y curtida por el viento de los años. La joven orquestación del contorno. Los ojos, atrincherados. Mirada penetrante. Inscripción pintada. Flamea “Patricio Dillon, vive”. Ritual de recuerdos, memoria y lucha política».
En un principio fueron datos esporádicos: Patricio fue un joven militante del peronismo de la ciudad. Un desaparecido más que figura en la lista de los 30.000. Un silencio del aparato represivo de la dictadura militar que debemos liberar constantemente.
¿Quién fue?¿Quién es? Fue la inconsciente reacción de la pregunta que despertó cuando asistí a una de las movilizaciones por el Día de la Memoria.
No era suficiente, ¿cómo fue su infancia, su adolescencia y juventud hasta su secuestro y desaparición?
Patricio y la levadura de la masa

Jorge Patricio Dillon nació un 13 de Octubre del año 53′, pertenecía a la “clase media”, de uno de esos barrios donde conviven profesionales de la labor pública y pequeños comerciantes. En la esquina Italia y Tres Arroyos — (hoy Secretaria de Derechos Humanos de la provincia, delegación General Roca)- vivía con su madre, Sara Gigena Dillon, quien lo crío junto a Coca Gigena, tía materna. Su padre falleció cuando éste era apenas un chiquilín de tres años.
De estudios primarios y secundarios en el colegio “Domingo Savio”, el cristianismo funcionó en su entorno como cuna social, en la capilla del barrio que frecuentaba y en las filas de los “Boy Scouts”.
La literatura fue parte de su estante cotidiano. Su madre le inculcó el buen hábito de la lectura. Tal vez fue lo que despertó desde temprano una sensibilidad social para con su pueblo, trabajando con las parroquias del lugar en intensas tareas barriales.
Poro no todo quedó allí, encaminado su juventud quiso llevar sus ansias de transformación a un nivel más profundo. Decidió apropiarse del acontecer político de su país en un contexto de represión y democracias condicionadas.
En los años 60’ florecieron utopías revolucionarias dentro de una enorme participación juvenil en la política latinoamericana. Lo viejo era suplantado por lo nuevo. Un arte contracultural se plasmaba en los diferentes lenguajes del mundo moderno. Movimientos políticos de liberación nacional se enfrentaban con crueles dictaduras engendradas desde los centros del poder internacional y las oligarquías locales. Argentina era una pieza clave en ese mapa geopolítco.
En la cuidad de Dillon, los acontecimientos del “Rocazo” fueron el estallido local de estas controversias históricas, cuando buena parte de la cuidad valletana levantó la frente y salió a la calle entre el 3 y el 20 de julio de 1972.
El hecho puntual que calentó la olla fue una decisión tomada el 30 de junio del mismo año por Roberto Requeijo, un general que gobernaba la provincia como interventor federal desde el 69′, cuando el dictador Onganía lo dispuso en ese mando. Intentó crear el Juzgado Número 6 en Cipolletti, desmembrando la Segunda Circunscripción Judicial que tenía su sede en Roca. El pueblo lo entendió como un pisoteo a su soberanía y sobre la espalda del intendente de la ciudad Fermín Oreja cayó todo el peso de las protestas, este último no las soportó y renunció.

La movilización popular unificó a los distintos sectores sociales, económicos y políticos en contra del gobierno militar de la provincia. Asociaciones profesionales. Grupos tradicionales. Organizaciones de la militancia política, de lo más heterogénea identidad de la cuidad armaron un gobierno municipal provisional a través de una asamblea popular.
Era el hastío que provocaba el autoritarismo lo que expresaron esas jornadas de la mas genuina voluntad popular. En esos días de junio, la cuidad ardía y se convirtió en una de las tantas puebladas argentinas de los años 70′.
Hubo ademas un segundo Rocazo, el 6 de marzo de 1973, cerca de las primeras elecciones libres luego de 17 años. El objetivo fue impedir que el mismo gobernador Requeijo se presente con su Partido Provincial Rionegrino.
El Rocazo era un peligro más que florecía en una apasionada y convulsionada realidad política nacional, con una fuerte organización de los movimientos obreros y escalada represiva del gobierno de Lanusse, que se veía cada vez más encerrado en su propio laberinto.
Ese contexto invitó al joven Patricio a convertirse en militante político dentro del movimiento peronista, levantando junto a sus compañeros y compañeras de la Juventud Peronista -regional séptima, que incluía todo el Alto Valle de Río Negro y Neuquén-, los primeros centros de alfabetización.
Cientos de recuerdos y emociones reaparecen en cada una de las personas que lo conocieron y supieron compartir momentos con él. Su tía materna Coca lo recuerda como “fanático de Los Beatles, los fideos caseros, la literatura, la fotografía y la guitarra”.
“Un joven alto y apuesto” así lo recuerda la docente y economista Patricia Laría, compañera de militancia estudiantil. Lo describe como poseedor de una sonrisa cautivadora que junto con su voz prominente complementaban su personalidad fuerte.
Su gran compañero de militancia y amigo Benedicto Bravo (sobreviviente de La Escuelita, víctima en el primer juicio y testigo en el segundo) lo admira como “un gran líder natural con un fuerte concepto ideológico, un intelectual y artista que hacía de su música una forma de expresar la injusticia social”.
“El más grande intelectual que conocí” fueron las palabras del “Bene». Patricio convertía a quien conocía en lector de Julio Cortázar, García Márquez, Pizanick, Jauretche y la gran literatura lationamercana de la época. Era parte de “la levadura de la masa”, es decir aquellas personas que el sistema consideraba peligrosas. Educaban con el ejemplo y atentaban contra los intereses de los poderosos.
El viaje a Buenos Aires
Luego de protagonizar un fuerte rol dentro del movimiento estudiantil en la lucha para que la naciente Universidad del Comahue tenga una locación en la ciudad de Roca, Patricio decidió irse a Buenos Aires estudiar en la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires. Fue en la gran ciudad cuando se incorporó a la Juventud Universitaria Peronista y comenzó una vinculación más estrecha con Montoneros, militando finalmente en la organización político-militar.
Cuando se da el golpe de Estado, se encontraba en la última etapa de sus estudios, pleno 1976. En esos años se ganaba la vida trabajando en el Banco de la Provincia de Buenos Aires.

En el 77′ la represión no daba escapatoria. El joven roquense Patricio Dillon fue secuestrado el 20 de enero con tan solo 23 años en un bar cercano a la facultad. Fue visto por última vez en el “Club Atlético”, ex campo de tortura y exterminio de Capital Federal.
Ese jovencito de espalda grande, sonrisa segura y convincente mirada fue cultor de una aptitud constante de búsqueda intelectual, política y artística. Su cuerpo portaba un destino impreso. Su ser colectivo logró encender los destellos de un tiempo donde las grandes ideas enardecieron a una juventud marcada por las utopías que quisieron ser reales. Con su historia, las dimensiones de lo sucedido, lo macabro y despiadado de la dictadura se convierten en las señales precisas del plan de exterminio político perpetrado.
Su vida es el relato de una búsqueda de libertad desangrada que hoy vive en las palabras de esta crónica.
- Tras su desaparición y en democracia, el Banco de la Provincia de Buenos Aires reconoció que Dillon fue desvinculado por “desaparición forzada de persona”, formalizando que Patricio, junto a otros 27 personas desaparecidas fueron arrancadas del Banco por el terrorismo de Estado.
- La historia de Jorge Patricio Dillon recobró un nuevo sentido a partir del documental periodístico transmedia MEMORIASRN realizado por las y los estudiantes de Periodismo Digital,- materia de la carrera de Comunicación, la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales — UNCO-, con el propósito de contribuir a la memoria colectiva tras el 40 aniversario del golpe cívico-militar y eclesiástico del 76`y dar testimonio de la represión en la provincia de Río Negro
- Gran parte de las fuentes de esta crónica provienen de la investigación que realizamos de manera colectiva con les estudiantes.
- Redacción: Emanuel Gimenez