Ser locutor o locutora es ponerle sonido a nuestra alma, por eso dejamos todo frente a ese micrófono que nos transporta al mundo de la imaginación o de la información cuando se enciende la luz roja, cuando el cartel de aire se ilumina, cuando escuchamos la orden “Al Aire”, o cuando vemos la señal del operador.
Para algunos, es un sueño por cumplir, para otros una asignatura pendiente, una profesión que ilumina la pasión, un trabajo diario, pero sin dudas para todos es una vocación que se lleva en el alma. Nuestra voz es el puente entre nuestra alma y el mundo. Por eso elegimos ser locutores. La voz transformada en mensaje, es el camión de nuestros sentimientos. Con nuestras voces decimos mamá, papá, hermanos, hijos. Con ella conquistamos a nuestros amores. Nuestra voz es el canal que usamos para enseñarle a nuestros hijos, con nuestra voz gritamos, lloramos y decimos las cosas más duras o más hermosas. Solo los que viven de ella sabemos con certeza que la voz es la cuna de grandes cambios sociales. Ser locutor, es poder expresar con una palabra un consejo, dar ánimo y compañía a través de un micrófono, hacer llorar con una interpretación o sacar una carcajada con un chiste, o disfrutar vendiendo un producto o explicando una idea, comprometiéndonos con una situación injusta, presentando programas de televisión o identificando un medio.
Nosotros sabemos que en cada frase que decimos, aunque estemos leyendo un texto escrito por otro, estamos dejando algo nuestro. Algunos le llaman “estilo”, otros hablan de “marca personal”. Esta publicidad tiene el sello de tal o cual, pero nosotros sabemos que estamos dejando parte de nuestro ser en ese trabajo, eso es ser locutor. Por eso nos duele cuando no nos valoran, cuando lamentablemente hieren nuestra vocación con actitudes o decisiones que nada tienen que ver con la pasión, el amor y la garra que le ponemos a lo nuestro. Y el que ataca por celos en su ego herido no entiende que allí nace la fuerza porque nosotros no trabajamos de locutores, nosotros somos locutores. Esta impreso en nuestros genes éticos. Podemos venir o no de una familia dedicada a la comunicación, pero eso se aprende. El locutor es como todo comunicador, sea cual sea la especialización, tenemos un compromiso con el mensaje por que nace de nuestra investigación, de nuestra evaluación y de nuestro pensamiento crítico.
Recordá cómo descubriste esta vocación, cómo fue el ingreso a tu primera sala de locución, los nervios, la angustia, los miedos, la felicidad. Rememorá cómo fue el día en que te dieron aire por primera vez. Ahora cerrá los ojos porque las imágenes que vas a ver ahora no están en la pantalla, están en tu corazón y tu mente. Allí donde radica el gran escenario de la imaginación. Ahora hacé un esfuerzo más y buscá en tu interior, qué fue lo más lindo que hiciste como locutor o locutora, tratá de capturar esos momentos que tenés en tu interior y no lo olvides porque esa es tu esencia, eso es ser locutor.
Para todos aquellos que llegaron hasta el final de estas líneas, que me senté a redactar con el objetivo de encontrar el sentido de la profesión en unos renglones, solo debo decirle que son solo palabras. Que estas uniones de consonantes y vocales son solo diptongos y construcciones que hay que preparar en una gran fuente de emociones y pasiones para presentar a diario y que ello es lo que somos los locutores. Para mis amigos locutores, para las colegas locutoras, para los profesionales destacados de la profesión, para los graduados y para aquellos alumnos de las carreras de locución que entienden estas palabras haciendo día a día las practicas por ellos y no por un examen, un gran y sonoro “Feliz día”.