«La magia de la radio» en Cervantes, una crónica viva

Por Omar Gonzalez*
Es viernes y cae la noche en Cervantes, Río Negro, bajo un cielo que amenaza con lluvia.  El Museo del Centenario se despoja de su quietud habitual para convertirse en un escenario inusitado.

La intervención artística «La magia de la radio», una de las piezas centrales en la conmemoración del 115º aniversario de la localidad, no fue un mero evento cultural.

Fue una sesión de memoria colectiva que nos conectó directamente con las vibraciones fundacionales de nuestro territorio.

Me gusta mucho ver teatro. Como testigo de innumerables puestas escénicas, siento que la pureza del radioteatro en vivo, sin artificios visuales, exige una entrega total.

Sin dudas, las y los responsables de esta inmersión sonora y visual, Estela Vázquez, Karina Acosta y Ricardo Peinado en la dirección artística, junto a Ángela Carreño y Benjamín Lagos, lograron una proeza: transportarnos al pasado solo con el poder evocador de la voz humana y la excelencia en el manejo del sonido a cargo de Carlos Baeza. Renglón aparte para el maravilloso guion original de Rosalía Palermiti, comunicadora sensible que pone en valor las historias de su Pueblo.

Entre el cooperativismo y la cautela

El núcleo dramático de la pieza se centró en las vivencias de las y los pioneros de Cervantes, un diálogo esencial que aún resuena en el Alto Valle, sobre todo en la disyuntiva económica y social.

A través de la radio, medio que en aquellos años cumplía una función social y publicitaria fundamental, presenciamos el crucial debate.

Las y los dos protagonistas principales, cuyas actuaciones fueron de una convicción palpable, encarnaron la tensión entre dos proyectos de vida: la apuesta por el tomate en un esquema agroproductivo cooperativista, cargada de riesgo y visión colectiva, o la seguridad de las pasturas, sinónimo de estabilidad.

Sus voces no solo articulaban argumentos económicos, sino que revelaban el carácter de una comunidad obligada a decidir su propio destino bajo la guía intermitente de las ondas radiales. El relato, excelentemente maserado en la tradición oral, nos hizo «ver» la historia a través de la escucha atenta, estimulando el milagro del teatro de la mente.

El espejo sonoro

La obra demostró que la radio no solo transmite noticias, sino también recrea las historias, mitos y experiencias paranormales que se potencian de voz en voz, de contada a contada.

El radioteatro se transformó en un vehículo para las narrativas íntimas de nuestro pueblo.

La producción se adentró con valentía en una historia familiar desgarradora, un reflejo de problemáticas sociales que el tiempo no ha borrado.

A través de la tragedia de una familia, escuchamos el impacto de la desocupación, el alcoholismo y, con una crudeza necesaria, la violencia intrafamiliar y hacia las mujeres. El elenco, que integró a radialistas adultos con niñas y niños, brindó un contrapunto emocional que elevó la calidad del drama, utilizando el sonido no solo para contar, sino para denunciar.

Un final abierto

El punto culminante, y un elemento de memoria local inescapable, fue la performance de Karina Acosta. Su intervención fue magistral. Con un canto desgarrado y un llanto que evoca las leyendas que se suelen escuchar en el andén cervantino, Acosta materializó la pena inconclusa. Su voz no solo cerró el drama familiar, sino que lo ancló a la geografía mítica de Cervantes.

La historia quedó deliberadamente abierta, suspendiéndose en ese lamento que resuena entre el recuerdo y el mito.
Tras la ovación merecida, la velada (sí, porque además de fogata hubo velas) continuó con la gente reunida junto al fogón. Este es el poder del arte, a mi entender; la obra disparó la necesidad de la contada vecinal como podemos ver en el video de mas abajo.

Allí, vecinos y vecinas, aún bajo el influjo de la radio, recordaron otras historias de aparecidos, confirmando que el impacto real de la educación pública y la cultura -impulsadas en este caso por el Área de Asuntos Históricos municipal- es la activación de la memoria comunitaria.

«La magia de la radio» fue una crónica sonora impecable y un recordatorio vibrante  para defender y amplificar las voces que construyen la identidad de nuestro territorio. El teatro, el radioteatro, la radio, las contadas… son parte de esos dispositivos a nuestra disposición.

*radialista apasionado