El análisis se centra en Los 400 golpes (1959), de François Truffaut, una de las obras más emblemáticas de la Nouvelle Vague francesa. La película abre con planos en movimiento de París, un recurso que, junto al rodaje en exteriores y un estilo naturalista, marca una clara distancia con el cine de Hollywood de la época.
La trama sigue a Antoine Doinel, un adolescente que se enfrenta a la falta de afecto y comprensión en su hogar y la escuela, lo que lo lleva a escaparse en busca de identidad y libertad. Sin moralejas ni redenciones forzadas, la cinta refleja la vida con crudeza y realismo, en sintonía con el neorrealismo italiano.
Reconocida en Cannes y nominada al Oscar, Los 400 golpes es hoy una película fundamental, recomendada como una experiencia de iniciación al cine europeo.
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