“Con garrafas buscan callarnos”

La calle ciega N10 de Allen es uno de los tantos barrios que han surgido a orillas de canales, desagües o de calles que no conducen a ninguna parte, sin salida.

Allí viven familias de condición muy humilde, los que no tienen lugar en las ciudades y se auto excluyen por no tener dinero para comprar un terreno y hacer una vivienda digna.

Paradójicamente sus habitantes son el engranaje inicial de la producción que mueve a todo el valle; son los que podan, ralean, limpian acequias y cosechan el exquisito fruto que deleitará a europeos, rusos o brasileros.

La veintena de los vecinos y vecinas de la calle ciega N10 están en ese lugar desde hace más de 50 años, colgados de la luz, de la red de agua y calefaccionados con leña de las alamedas que nadie quiere.

“Ahora ya ni leña conseguimos porque la mayor parte la buscan los ladrilleros para quemar las hornallas en la zona norte de Allen”, dice Roxana Valverde.

Antena Libre recorrió el barrio y las chacras cercanas, donde se puede observar la gran cantidad de pozos petroleros y de gas que se van alternando con las hectáreas de manzanas y peras.

A decir de la Intendenta de Allen Liliana Martín, “tenemos que aprender a convivir con la fruta y el petróleo”, aunque esto cueste la salud de sus habitantes y la contaminación del medio ambiente.

“Cuando empezaron a venir las empresas petroleras, querían que firmáramos un contrato donde nosotros no podíamos ponernos en contra de ellos y hasta teníamos que decir que no nos afectaba la instalación de pozos petroleros cerca de nuestras casas”, recuerda Valverde.

La mujer afirma que fue gracias a los reclamos de los vecinos que la empresa quitó una de las válvulas que se habían instalado a escasos 30 metros de las viviendas y que habían explotado.
Ella nos invita a caminar por un camino que va hacia la ruta 22, donde se puede ver el cerco perimetral instalado que protege a otra serie de válvulas, justo al lado de un hermoso ojo de agua, hogar de algunos patos.

“Ahora no está funcionando el fósforo”, dice refiriéndose a ese caño largo y alto que ventea el gas hacia el cielo. El olor es como de azufre y te hace arder los ojos. Nosotros hemos notado que sea en invierno o verano, siempre estamos con problemas respiratorios o estomacales”, agrega.

Luego de los reclamos que hicieron, lo único que lograron es que una vez por mes les llegue una garrafa. “Esas las envía la empresa YPF a través del municipio, porque con nosotros ellos no hablan. Yo creo que es una forma de callarnos, para que no sigamos denunciando lo que pasa acá”, considera.

Los vecinos de la calle ciega N 10 no son los únicos que deben convivir con el olor del gas venteado o de la contaminación que produce en la tierra y en el agua, los desbordes de petroleo. Son varios los barrios que crecen a orillas de otras calles ciegas y cuyos vecinos no se animan a hablar, porque simplemente consideran que no vale la pena luchar contra un gigante que siempre tendrá la razón, por la cantidad de dinero que genera.

La contaminación reflejada en el arte

Susana Giacomodonato es médica y desde hace algunos años se viene dedicando al arte, donde refleja algunas problemáticas sociales. Hoy es estudiante de la Licenciatura en Arte Visual del IUPA, pero mientras estudiaba, se sintió sensibilizada por lo que ocurría en Allen y decidió trasladar esa queja de vecinos y la contaminación ambiental a sus pinturas, que además fueron expuestas en un video realizado por Nahuel Ayerra.

 

Informe: Carlos Castillo – Marcelo Miranda