Aguafuertes del nuevo mundo: «la impostura de la derecha»

Policias vestidos de civiles interceptan de forma abrupta a un Volkswagen Suran frente a un kiosko en plena mañana de Barracas, Buenos Aires. Los cuatro adolescentes a bordo escapan como reacción de supervivencia. Sin identificarse comienzan a perseguirlos y abren fuego contra el vehiculo.

Uno de ellos, Lucas Gonzáles, de 17 años es alcanzado por 2 balas que ingresan en su cabeza, agoniza mas de 24 horas y muere en el Hospital del Cruce. Dos son detenidos y uno escapa para luego presentarse. Los policias dicen haberse confundido con ladrones, los jóvenes, que fueron atacados sin razon aparente.

El asesinato del joven futbolista de Barracas Central se convirtió en un caso nacional. En la semana los medios debatieron sobre el rol de las fuerzas de seguridad y la edad de imputabilidad. Referentes políticos derechistas aprovechan y toman el hecho como una oportunidad, ¿mano dura? La familia destrozada pide justicia y los organismos de derechos humanos denuncian un nuevo muerto por violencia institucional en Argentina. Gatillo fácil.

Ricardo Haye hace mención del hecho ocurrido el miércoles a las 9.30 en la Ciudad de Buenos Buenos Aires. No focaliza en las circunstancias puntuales del crimen, que son materia de investigación judicial, ni en el accionar de la brigada de la Comisaría Vecinal 4C, sino en los discursos que funcionan como ancla para legitimar la violencia, de parte de sectores políticos conservadores y muy conocidos en Argentina.

En su columna, Haye toma al psicoanálisis como una herramienta para pensar las estrategias del punitivismo expresado en la derecha con envase renovado, los llamados «libertarios», que utilizan «discursos incendiarios» para polarizar el escenario político a su favor.


 

Las aguafuertes nos permiten pensar en la esperanza de un mundo donde la justicia social sea el aglutinador de la diversidad, por sobre los males que engendra la desigualdad económica y las miserias de sus portavoces.