Aguafuertes del nuevo mundo: ¿cómo seguiremos contando?

En esta nueva aguafuerte del nuevo mundo, Ricardo Haye indaga en las mediaciones narrativas de los medios técnicos para comunicar y contar los relatos que construyen la vida cotidiana. 


En los inicios del siglo pasado el cine mudo fue apelado con la aparición de la radiofonía,  lo que permito que «las corporeidades ausentes encarnaran y se prolonguen en esa extensión que son sus voces». Así, bajo la pregunta «¿cómo será el cuerpo que emite esa voz?», la imaginación de los oyentes fue protagonista. Tres décadas más tarde, la tv ocupó ese lugar.

En la actualidad mundial atravesada por la pandemia, el coronavirus, acompañado por el poder narrativo de la inteligencia artificial regulan nuestra vida social:

«Los algoritmos documentan lo que hacemos, exploran nuestros gustos, mapean nuestra conciencia e incluso nuestro inconsciente. Todos somos sujetos públicos, hasta nuestra composición genética ha sido cartografiada, por lo que prácticamente, lo único que no sabemos es, ¿Cuánto queda aun por revelar? Y esa pérdida de sorpresa es una grave amenaza que pende sobre el arte del relato».

El cine es una fuente inagotable de relatos que nos interpela: Blade Runner (El cazador implacable) dirigida por Ridley Scott y estrenada en 1982 (a partir de una novela de Philip K. Dick: ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? publicada en 1968, del subgénero de ciencia ficción ciberpunk) es un claro ejemplo narrativo del cine negro y de ciencia ficción estadounidense.

El argumento plantea el dilema de ceder a robots biológicos las tareas que los humanos abandonan, porque no desean cumplirlas. Una obra de arte que reflexiona sobre la condición humana desde una representación poética y filosófica sobre los límites entre lo humano, lo natural y artificial.

«es más doloroso que muchas personas renuncien o permanezcan indiferentes a una realidad en que la belleza se desvanece y la grandiosidad de lo humano se reduce al acto de permanecer inmóvil frente a una pantalla, cuya única voluntad es la de ser inexorable».