Entrevista a Marité Berbel: «le canto a mi sangre ancestral que es la mapuche»

Marité Berbel forma parte de una familia que marcó a fuego la canción de la Patagonia. Hija de Marcelo Berbel, referente de la música del sur, desde muy pequeña fue testigo del apego de su padre por su tierra neuquina y sus orígenes mapuches. Formó parte de dúos junto a sus hermanos Néstor y Hugo. Actualmente se presenta en los escenarios junto a su hijo.

¿La música patagónica sigue en formación?

-Toda las músicas, de todo el mundo, son dinámicas y van mutando, entonces podría decirse que la música patagónica esta en preparación. Las chacareras, las zambas, todas tiene la misma situación “en preparación”. Lo que tiene la música patagonica es que va adentrándose cada vez más en la gente, pero quizás que no sea tan masivo pero si va entrando en cierto tipo de público y a la misma vez, va buscando un lugar en el mundo de la música.

Yo cuando los conocí a los Carabajal y a tantos santiagueños que han hecho el folclore de su provincia, no lo hacían de la misma manera que lo hacen ahora. No usaban una batería, una guitarra enchufada y entonces, van mutando. Esa cuestiones también te van proponiendo nuevos arreglos y la música patagónica esta queriendo mostrarse masivamente y además esta sujetándose a esos cambios. Hay que adentrar a la gente en los ritmos, en la temática, la Patagonia tiene una geografía diferente y propone cosas diferentes.

Cuando viajas y tenes que explicar que elementos de identidad tiene nuestra música patagónica, ¿qué decís?

-Me dedico a hablar de lo que yo más conozco son los loncomeos que mi viejo propuso hace muchísimos años con un cierto ritmo de loncomeo, porque sabemos que hay muchos toques de loncomeo, no es solamente el que tiene Amutuy Soledad. Porque vos lo escuchas a Don Abelardo Epuyén y tiene otro toque de loncomeo, Carlos Alberto Gutierrez tiene otro toque. Mi hijo esta componiendo y usa distintos toques de loncomeo, porque hemos estados en las rogativas y pese a que no se puede grabar en las rogativas, lo que se graba en el corazón y en la cabeza es indiscutible.

Hoy nos hemos ampliado en el tipo de loncomeos que estamos ofreciendo. Antes usábamos el ritmo de loncomeo que había propuesto mi papá pero hoy diversificamos un poco esto y hacemos otros ritmos. Esta bueno porque sino estás encerrado en una temática.

Nosotros usamos la milonga y después están los ritmos que han venido y se han quedado que son casi todos los ritmos del país. Vos antes, en los bailes camperos ibas y escuchabas valses nada más, hoy escuchas muchísimo chamamé. Dentro de unos años va a ser otro ritmo patagónico originario de otro lugar. Después están los que ha compuesto Hugo Gimenez Aguero pero el primer ritmo ancestral que se conoció fue el loncomeo.

¿Quiénes serían imprescindible a la hora de hablar de música patagónica?

-Yo no me atrevería porque hay gente que es muy anónima que no ha tenido la suerte de la familia Berbel. Porque a veces te dicen “el trabajo, la dedicación, el esfuerzo” pero si todas esas cosas no están acompañadas de la suerte no van a trascender. Nosotros hemos tenido la suerte de estar en el lugar y el momento indicado cuando había que tocar alguna canción por eso quizás tenemos un apellido que se conozca más que otro.

Yo cumplí 51 años cantando en el mismo lugar que hemos estado los Berbel y un poquito más arriba. Mantenemos un público hace tantos años, que eso, ya es éxito. Mi papá empezó a escribir a los siete años y seguramente nunca pensó que él iba a tener hijos que cantaran lo que él escribía. Tuvo la suerte de tener hijos que se pusieron la camiseta y difundieron su música y su poesía. Tuve la suerte de ver a mi viejo escribir, desde muy jovencito, de ver a mis hermanos la primera vez que subieron a un escenario, después que ellos me invitaran a mí a subir a un escenario.

La vida se llevo a uno de mis hermanos, después se llevó a otro y todas esas transiciones las vivi muy bien. Yo fue solista durante muchos años y hoy sigo siendo solista, pero tengo la compañía de mis hijos. Todo lo que ha pasado con los Berbel, con mi papá hasta ahora, en todas las etapas he estado yo, entonces, me considero una tipa con suerte.

Cuando falleció el primero de mis hermanos quedaba trunco todo el sueño de los Berbel y que mi hermano Hugo quisiera seguir cantando y mi papá quisiera seguir escribiendo y sin embargo no, siguieron adelante, es una suerte. Que después, mi hermano me halla invitado a subir a un escenario, es una suerte.

La gente primero se sorprendía con esos ritmos que no conocía y después la incorporaron. Sabes que lindo es hacer un recital con la gente pidiendo que cantes dos temas? Esto para mi, es éxito. Seguramente no llenaré una cancha de River, pero hacer una gira por todos los lugares que estuvimos con recitales nuestros y nada más, o sea, que la gente iba a vernos a nosotros.

¿Tu papá cuando decidió escribir sobre el pueblo mapuche y los entornos de la provincia del Neuquén?

-Nosotros somos mapuches. Mi abuelo era europeo, español y la abuela mapuche. Yo me enorgullezco de mi abuelo que vino a trabajar pero cuando tengo que cantar le canto a mi sangre ancestral que es la mapuche. Mi papá decía que “la sangre americana es la que me duele más”. Vos revisas los cuadernos de mi papá y muy jovencito empezó a escribir, primero con zambas paisajísticas, de amor y ahí nomás empezó a escribir sobre la temática mapuche.

Ahora te acompaña tu hijo en las presentaciones ¿Esta asegurada la continuidad de la música en la familia Berbel?

-Yo nunca doy por cerrada las cosas. Tengo mis grandes esperanzas que mis hijos van a continuar, pero no dejo de tener el deseo que sea así.


La siguiente canción es una versión de Dulce Limay, compuesta por Marcelo Berbel, padre de Marité y abuelo de Traful, quien acompaña en guitarra y voz a la cantautora neuquina. Fue filmado en la costanera de Villa El Chocón, bajo la dirección de Lucas Badano.