La memoria no se aísla: el asesinato de Luis Espinoza por la policía de Tucumán

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arte: Chelo Candia

La  memoria no se aísla es la columna de la periodista y militante por los derechos humanos Paola Arias, en ella reflexiona y recoge testimonios sobre la lucha por la memoria en tiempos de pandemia.

Un lamentable caso más, entre las tantas víctimas del gatillo fácil en Argentina, es la desaparición forzada, asesinato y ocultamiento del cadáver de Luis Espinoza en manos de la Policía de Tucumán, encontrado siete días luego de su desaparición ocurrida el 15 de mayo.

Las voces de su familia y de los organismos de derechos humanos que acompañan el pedido de justicia por Luis y muchos otros casos en Tucumán, como el asesinato en 2018 del niño de 12 años Facundo Ferreyra, perseguido y fusilado por agentes tucumanos, muestran la cara más cruel de la doctrina de seguridad que llevó adelante la ex ministra Patricia Bullrich.

No obstante, este caso también evidencia un problema más profundo, que se ubica en las raíces de una institución policial corrompida en todos sus niveles y amparada por el Estado en sus políticas de seguridad en Tucumán, pero también en el resto del país desde los inicios de la democracia en 1983.

Paola Arias logró recopilar testimonios de todas las voces que reclaman justicia:


El viernes 15 de Mayo Luis y su hermano Juan Espinosa, ambos trabajadores rurales iban montando sus caballos a ver a un familiar en el paraje de El Melcho, una zona del departamento de Simoca, Tucumán, cuando se encontraron con un grupo de policías que venían de reprimir a participantes de una carrera cuatrera, que habrían quebrado la cuarentena.

Los policías interpretaron que Juan pertenecía al grupo de cuatreros y comenzaron a pegarle, cuando Luis intentó frenarlos, se oyó un disparo y Juan alcanzó a ver como el proyectil del arma de uno de los policías impactaba en el cuerpo de Luis, en ese mismo instante Juan recibió un golpe lo dejó inconsciente.

Cuando despertó, vio que su hermano Luis ya no se encontraba en el lugar.

Siete días después, el 22 de Mayo, en medio de las denuncias por desaparición forzada del  aparece el cadáver del trabajador rural de 31 años y padre de seis hijos, Luis Armando Espinoza, envuelto en bolsas de plástico y tirado en un pozo de esa zona tupida del monte de Catamarca, en el pueblo de Alpachiri, a 200 metros del límite con Tucumán.

La periodista Mariana Romero, de Los Primeros TV, la primera en contar la historia de desaparición de Luis Espinoza y quien además estuvo en el lugar donde se encontró el cuerpo contó que «los policías que se quebraron dijeron que el cuerpo había sido arrojado en la localidad de Alpachir, y así fue«.

Posteriormente, la Fiscalía de Instrucción del Centro Judicial de Monteros confirmó el crimen, .

El caso que es ampliamente denunciado por organizaciones y organismos de derechos humanos, junto a familiares y amigos de la víctima que exigen  juicio y castigo a los responsables de la desaparición forzada seguida de muerte de Luis Armando Espinoza.

En total son nueve policías y un empleado municipal de seguridad implicados que fueron detenidos e indagados por el delito de desaparición forzada:

  • el subcomisario Rubén Montenegro,
  • el oficial auxiliar José Morales,
  • el sargento primero René Ardiles,
  • el sargento Víctor Salinas
  • los cabos Miriam González, José Paz y Claudio Zelaya,
  • el agente Gerardo González Rojas,
  • un policía de apellido Romano y
  • Héctor Villavicencio, personal de seguridad privada contratado por el municipio de Monteagudo.

En las últimas horas el Laboratorio de Criminalística del Equipo Científico de Investigaciones Fiscales (ECIF) del Ministerio Público de Tucumán confirmó que Luis murió como consecuencia de la herida que le provocó el disparo por la espalda, a la altura del omóplato izquierdo.

Esa bala proviene del arma reglamentaria de la fuerza de seguridad provincial, la pistola Jericho calibre 9 mm perteneciente al oficial auxiliar José Morales , uno de los efectivos procesados en la causa.