La Reforma de Córdoba Vientre fecundo de la transformación universitaria

Este año se cumplen 99  años de la reforma universitaria que comenzó en Córdoba  donde nació la primera universidad del país fundada por los jesuitas. La imposición de un rector fue el último capítulo de una historia donde sólo un sector de la comunidad universitaria tenía la decisión. Los aires de cambio de la inmigración europea acompañaron las rebeldía local logrando imponer condiciones  que democratizaron a la universidad argentina y latino americana. El co gobierno, las cátedras libres, el reconocimiento de los centros de estudiantes, el ingreso irrestricto y los concursos para profesores nos parecen normales hoy en día para hace 99 años no existían en las tres universidades argentinas, la de Córdoba, Buenos Aires y La Plata, a la que después se sumaría Tucumán. El presente artículo fue escrito en ocasión de los 90 años de la reforma, pero continúa vigente por el papel que desempeña la Universidad para la región latinoamericana y el desafío de una re invención para amoldarse a los tiempos que corren.

Toma del gallardete del rectorado de la UNC, por parte de estudiantes reformistas, foto que quedó como ícono del Movimiento Reformista. Foto:65aniversario.udual.org

 

Por  Carlos Tünnermann Bernheim*

Este año cumple noventa años el célebre “Movimiento de Córdoba”, así llamado por haberlo iniciado los estudiantes de la Universidad de Córdoba, Argentina, en 1918. El Movimiento, que se extendió por todo el continente latinoamericano, promovió una reforma profunda de las universidades de esta región del mundo, en las que hasta entonces sobrevivían resabios coloniales incrustados en el modelo francés o napoleónico, que las nacientes repúblicas hispanoamericanas adoptaron al momento de producirse la Independencia.

La Reforma de Córdoba fue el primer cuestionamiento serio de la Universidad latinoamericana tradicional y, según algunos sociólogos, marca el momento del ingreso de América Latina en el siglo XX. Las universidades latinoamericanas, como fiel reflejo de las estructuras sociales que la Independencia no logró modificar, seguían siendo los “virreinatos del espíritu” y conservaban, en esencia, su carácter de academias señoriales. Hasta entonces, Universidad y sociedad marcharon sin contradecirse, pues durante los largos siglos coloniales y en la primera centuria de la República, la Universidad no hizo sino responder a los intereses de las clases dominantes de la sociedad, dueñas del poder político y económico y, por lo mismo, de la Universidad.

El Movimiento de Córdoba, que se inició en junio de 1918, fue la primera confrontación entre una sociedad que comenzaba a experimentar cambios de su composición social y una Universidad enquistada en esquemas obsoletos. La importancia de este Movimiento es tal que varios estudiosos de la problemática universitaria latinoamericana sostienen que ésta no puede ser entendida, en su verdadera naturaleza y complejidad, sin un análisis de lo que significa la Reforma de Córdoba, que dio un perfil propio a la Universidad de nuestra región.

La clase media emergente fue la protagonista del Movimiento, en su afán por lograr acceso a la Universidad, hasta entonces controlada por la vieja oligarquía terrateniente y el clero. La Universidad aparecía a los ojos de la nueva clase como el canal capaz de permitir su ascenso político y social. De ahí que el Movimiento propugnara por derribar los muros anacrónicos que hacían de la Universidad un coto cerrado de las clases superiores. La creciente urbanización fue otro factor que, ligado a los anteriores, contribuyó a formar la constelación social que desencadenó el Movimiento, justamente calificado como la “conciencia dramática” de la crisis de cambio que experimentaba la sociedad latinoamericana.

La Reforma de Córdoba trajo a las Universidades latinoamericanas la autonomía universitaria, como su fruto mas preciado. Su conquista ha sido fundamental para el desenvolvimiento de las universidades. En cuanto a la “función social” de la Universidad, por la cual abogó el Movimiento, la elección de las autoridades universitarias por la propia academia y el cogobierno son postulados que hoy están consagrados en las leyes y estatutos universitarios de la región. Córdoba marca un hito en la historia de la Universidad latinoamericana: “La Universidad, después de 1918, no fue lo que ha de ser, pero dejó de ser lo que venía siendo”, afirmó Germán Arciniegas: “1918 fue un paso inicial, la condición para que se cumpliera el destino de la Universidad en América como Universidad”.

Por lo dicho se desprende la importancia que tiene la Reforma de Córdoba para una mejor comprensión de la problemática universitaria latinoamericana actual. A noventa años del Movimiento de Córdoba, varios de sus postulados siguen vigentes, aunque con nuevos contenidos y significación. Otros, en cambio, han sido superados con el decurso de los años.

En conjunto, sin embargo, el legado de Córdoba sigue encarnando los ideales más generosos en torno a la Universidad latinoamericana. De ahí que sea válido afirmar que con ella entroncan los procesos que en nuestros días persiguen la transformación de nuestras universidades. Si bien la Reforma no logró el cambio de nuestras universidades, en el grado que las circunstancias exigían, dio pasos positivos en esa dirección. Su acción se centró, principalmente, en los aspectos organizativos del gobierno universitario, como garantía de la democratización que se buscaba. Fue menos efectiva en cuanto a la reestructuración académica de la Universidad, que siguió respondiendo al patrón napoleónico profesionalista. Pero, en una perspectiva histórica, Córdoba es el punto de arranque del proceso en marcha de la reforma que tanto necesitan nuestras universidades, proceso que debe conducirnos al diseño de un modelo más ajustado a nuestras necesidades, a nuestros valores y a nuestras genuinas aspiraciones.


Estudiantes reformistas detenidos en el destacamento, luego de haber tomado el rectorado. 1918. Foto: http://65aniversario.udual.org

En este sentido, Córdoba sigue señalando el rumbo: robustecer nuestra propia identidad para dar una respuesta extrayendo de este Movimiento lo que tuvo de auténtico, e inspirados por su misma vocación latino-americanista. Córdoba fue el primer paso. Un paso dado con pie firme y hacia delante. Con él se inició un movimiento original, sin precedentes en el mundo. Ecos de este movimiento resonaron en el Mayo Francés, en los Estados Unidos, en 1968, e incluso en la “Declaración Mundial sobre la Educación Superior para el Siglo XXI” (París, 1998). Y es que el “Grito de Córdoba” no se ha extinguido. “Está aún en el aire”, como decía Risieri Frondizi. Córdoba sigue siendo para nosotros la reforma por antonomasia.

En esta época de cambios, al inicio del siglo XXI, surge un nuevo reto: transformar nuevamente la Universidad latinoamericana para que respondan a los desafíos de la sociedad contemporánea. Para ello, corresponde retar a la imaginación y replantearnos los objetivos, la misión y las funciones de las instituciones de educación superior, a fin de que estén a la altura de las circunstancias actuales del nuevo milenio.

Quizás haya llegado el momento de la reinvención de la universidad. Éste es un desafío que deben enfrentar las comunidades acadé- micas, especialmente las del llamado Tercer Mundo. Es lo que nos corresponde hacer en América Latina, si queremos una Universidad que esté “a la altura de los tiempos”, es decir, del siglo XXI. Si América Latina fue capaz de concebir, a principios del siglo pasado, una “idea de universidad” apropiada para aquel momento histórico y los cambios que entonces experimentaba la sociedad latinoamericana, no dudamos que América Latina será también capaz de engendrar una nueva “idea de universidad”, que conlleve los elementos que se requieren para dar respuesta al gran desafío que nos plantea el ingreso de nuestra región en las sociedades del conocimiento, la información y el aprendizaje permanente, en un contexto globalizado y de apertura a grandes espacios económicos.

Managua, abril de 2008

Fuente: Sader Emir | Hugo Aboites | Pablo Gentili (2008) (Editores) La Reforma Universitaria Desafíos y perspectivas noventa años después. Buenos Aires: CLACSO